El hecho de que los denominados «paseos» fueron, desgraciadamente, una práctica común y habitual en los territorios controlados por ambos contendientes de la Guerra Civil Española es algo conocido por todos, incluso por los más legos en la materia. Aunque hay ocasiones en las que aquellos que se acercan y tratan el conflicto desde su pedestal ideológico parece que lo ignoren, destacando que su uso era exclusivo del enemigo (de su rival en una guerra librada y terminada hace 80 años).
Se puede definir a «los paseos» como aquellos actos de violencia indiscriminada y reprensión con resultado de asesinato, normalmente a modo de fusilamiento, que se produjeron en las retaguardias de ambos bandos de la Guerra Civil a través de los cuales se eliminaba al adversario o sospechoso de serlo, por motivos políticos o cualesquiera otro, sin previo proceso judicial que dictase una condena.
En este caso, el presente post está motivado a raíz de la lectura del libro que reseñamos en un artículo de la semana pasada (y del que reiteramos la recomendación de su lectura): “Julián Besteiro. Nadar contra corriente”, cuyos autores son Patricio de Blas Zabaleta y Eva de Blas Martín Merás, (Editorial Algaba Ediciones, 2002). En la página 359 de la mencionada obra, de su segunda edición, se rescatan las palabras del que fuera director del periódico El Socialista y también Ministro de Gobernación del ejecutivo presidido por Juan Negrín, Julián Zugazagoitia, escritas en su libro «Guerras y Visicitudes de los españoles«, (página 181, Ed. Crítica, 3ª edición, Barcelona, 1977, según se recoge en la correspondiente nota al pie) en las que se refiere a la práctica común y extendida de los ‘los paseos’ en las retaguardias de ambos contendientes.
A continuación transcribimos el texto íntegro de las palabras de Zugazagoitia, recogidas en la biografía de Besteiro, para que no haya lugar a dudas, que el lector se acerque a ellas de primera mano sin ningún filtro de por medio y nada esté sujeto a interpretaciones subjetivas:
«Lo que en las ciudades, como Madrid y Barcelona, se conocía por el nombre de paseos –paseos que desembocaban a la muerte-, en los pueblos campesinos, y en esa denominación incluimos a capitales como Burgos, Valladolid y Cáceres, se llamaba la reforma agraria. A los afectados por ella se les daba tierra, ¡poca!, sin renta y para siempre. Esa siniestra modalidad de la reforma agraria conoció una extensión dolorosísima (sic). La supresión del adversario o del sospechoso, adversario o sospechoso a juicio de los que portaban armas, no fue monopolio de uno de los bandos, sino tacha común a los dos. La crueldad fanática tendía al exterminio del discrepante y del desafecto».
REVISIONISMO DE LA II REPÚBLICA Y GUERRA CIVIL 
Un comentario en “‘LOS PASEOS’: «TACHA COMÚN» EN LA RETAGUARDIA DE AMBOS BANDOS DE LA GUERRA CIVIL”